Alégrate hija de Sión, grita de gozo, Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén. El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo.
El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti, no temas mal alguno. Aquel día se dirá a Jerusalén: «¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!». El Señor, tu Dios, está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta.
Sof 3,14-18a
Salmo Responsorial
R. Gritad jubilosos, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.
El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. |
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Que grande es en medio de ti
el Santo de Israel.». R |
Sl 12,2.3-4bcd.5-6 (R.: 6)
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses
Hermanos:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo.
El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Flp 4,4-7
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué debemos hacer?» Él contestaba: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «¿Maestro, qué debemos hacer nosotros?» Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido.»
Unos soldados igualmente le preguntaban: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga.»
Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»
Con estas y otras exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.
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